¡Para qué dices que sí!

Al entrar nos llamó bastante la atención el local en sí, un tanto peculiar. Cada uno de los monologuistas tiene su punto, aunque en nuestra opinión la temática del monologo de David Cepo estuvo más acertada. Albert Vil sin embargo interrumpía mucho su monólogo riéndose de sus propios chistes y permitia que miembros del público le interrupieran constantemente.

Eran dos monologuistas. El primero era muy malo, no nos hizo reír ni una vez durante todo el tiempo que estuvo hablando, aunque la verdad que el chico lo intentaba pero ufff Realmente no nos salimos de la obra porque luego iba a hablar otro y por ver qué tal era. El segundo estuvo mucho mejor, nos reímos más. Lo peor de todo fue la sala. Todos los asistentes estábamos con el abrigo y las bufandas puestas, a temperatura de la calle, encima bromeaban con ello diciendo que la próxima vez traerían mantas. No me pareció normal...