Maté a mi madre a cacerolazos y envenené a mi bebé por la cochina...

Toda actriz con una gran y reconocida experiencia profesional tiene preferencias que hacen de su espectáculo un momento único en la vida del público.

Desde rituales recomendados por maestros que se han internado en la cima de alguna montaña, hasta camerinos lujosos, bebidas exclusivas, un asistente que le solucione cuanto inconveniente se presente.

La recordada actriz de este espectáculo se valdrá de todas sus técnicas y exigencias para interpretar una obra tan desgarradora y conmovedora, que implica un trabajo actoral jamás visto en el medio teatral.

Y es que, muy seguramente esta sea su última aparición en las tablas. Es por ello que ha decidido inspirarse en un encabezado amarillista (que vio en algún lugar de camino hacia el teatro) para improvisar una obra; pues se trata del último recurso que utilizará para no caer en desgracia, abandono y olvido.

Una divertida obra que le permitirá soñar a pesar de las adversidades sociales y económicas de la mano de este personaje.